Por la mañana toca la segunda incidencia mecánica, la moto no tira. Me comenta Julián que parece que fuera a un solo cilindro. Llamamos al mecánico de cabecera después de desplegar toda la mantita de herramientas y embadurnados de grasa concienzudamente. Resulta que habíamos tapado demasiado bien el orificio y… los motores también necesitan respirar! Se arregla con cinta americana en forma de capita de monja:

 

Llevamos 13.089 km y habíamos salido con 12.600. Y además se puede considerar todavía como una sola incidencia, puesto que ra derivada de un mal arreglo de la primera. Una cada 400kms. me parece buena media 🙂 Aprovechando que hemos ido a dar a su calle, me encomiendo al santo de todos modos.

Segundo desayuno para asentar la experiencia y  de momento nos ponemos como meta llegar a Bosa por la carretera de la playa… que es la misma que la carretera de la montaña!!!. Genial compartir los dos mundos! Siendo el mar muy caro para mi porque Zaragoza no se distingue especialmente por sus costas marítimas, me sorprendía muchas veces mirando al interior en lugar de hacia el agua. El sol iba calentando cuando lo permitían las nubes.

La geología hace que se produzcan una especie de cueva, oquedades en las laderas.

Alerta de incidencia: El piloto me avisa de que le está resultando muy difícil poner el punto muerto, que claro, en carretera no tiene demasiada importancia, pero en ciudades puede ser un coñazo.

Repostaje: 12 litros 13,37 €.

Bosa tiene una fortaleza estupenda.

Se acerca un simpático paisano para hacer charleta.

Cuando yo me acerco a la animada conversación, encuentro al lugareño hablando sobre «capitalische» y a Julián diciendo «sovietic» a la vez que señalaba ora nuestra moto con el llavero del águila bicéfala ora la BMW aparcada al lado. Grandes momentos!!

Las banderas del cuatri Mori cuando están gastadas solo tienen dos mori.

 

 

 

 

 

Resulta que aquí también hay peirones. A partir de este momento, voy a la caza del peirón italiano igual que otros pillan pokemones.

Por el camino pasamos por un centro de meditación, vemos chumberas como si estuviéramos en Andalucía, la increíble playa de arena finísima de Mari Ermi, granjas de vacas, gente dando paseos a caballo y carreteras como tiradas con escuadra y cartabón. Es todo llano y no hay que esquivar ni siquiera una loma.

A la hora de comer estamos en Arborea, pedimos del menú a la adivinanza, (porque nuestro vocabulario italiano es muy reducido) y está cojonudo!. Tan encantador resulta que cuando nos comentan que además disponen de alojamiento, decidimos pasar dos días aquí. Se llama El Gallo Blanco. Es un poco Sisí emperatriz, como en Rasnov. Uno de esos lugares que no perdurarán…

 

 

 

Vamos a por gasolina de la de euro y medio.

Repostaje: 14,96 litros 21,38 euros

Curioso cómo cada 100 kilómetros al sur baja a 1 € la cerveza. Decidimos no pedir más por hoy, que esto es sólo el principio!