En aquella ocasión decidimos celebrar el día de todos los santos como es debido.

Nos dirigimos en rodada nocturna hasta el Manicomio del Miedo (sanatorio de Agramonte), el antiguo sanatorio antituberculoso. Puede que los insistentes temblores de tierra removieran el terreno que albergaba las tumbas, el caso es que aquello estaba más poblado que la entrada a Cheste.

Extrañas perturbaciones producen cambios lupinos en algunos de los integrantes del grupo. La sección femenina se encarga de aderezar estas mutaciones convenientemente con estridentes gritos.

Aparte de nuestra tropa había un grupito de 4 o 5 yogures que al principio reaccionaron con cautela, un par de tíos flipaos que pasarían allí la noche y el grupo de coches que crecía en la entrada a la pista. Habría cambiado la careta que no llevaba por una sirena azul!!! En el interior del manicomio, el horno crematorio:

Afortunadamente sobrevivimos a los sustos y despertamos todos, unos en mejor condiciones que otros.