En las alforjas de la Heritage «rentada» venían sendos trajes de agua Harley Davidson. En un viaje de más de 20 días resulta muy optimista pensar que no va a llover ninguno. Y como existe Murphy, hoy era el nuestro. Todos los motoristas que conozco odian llevar los trajes de agua, pero apuesto a que si se trata de estos, renegarían incluso llevarlos por si acaso! La discreción ante todo…

…y la personalidad, después!. Me siento mujer objeto con el nombre de una marca por todas partes. Coincido con Leo Bassi cuando decía que nos deberían pagar por llevar publicidad en lugar de que sea a la inversa. En fin, contradicciones de los humanos, de esta guisa seguimos camino hacia el este.

Recordar la ruta de hoy es muy fácil: hay que pasar Landa de Matamoros y girar a la izquierda en La Vuelta (se puede ser más explícito?) para llegar a Tancoyol. Foto de serie de la Misión Cumplida, con Fray Junípero muy en su papel:

Lo que más me gustó a mí en esta ocasión fue:

el murete, casi orgánico, que me recordaba a los templos de Camboya:

Y lo limpísimo y ordenado del lugar:

A estas alturas del día la llovizna había cesado y por fín nos quitamos los trajes de agua y podemos hacer la foto Oficial de Misión Cumplida en condiciones al llegar a Landa, que se convirtió en mi favorita al momento:

El motivo, su fachada. La más abigarrada, la más roja, la que contaba más historias, una de las más apartadas. En esta página se pueden ver explicadas cada una de las «viñetas»:

Porque lo que es por dentro, en su sencillez y coherencia con su Fe se nota que las fundaron los franciscanos. Aún no ha llegado el retrato de Francisco (al final este Papa me va a hacer volver al seno de la iglesia!), y por eso se exhibe el anterior, pero sin colgar.

Esta tradición no está tan marcada al otro lado del océano. Los agradecimientos por los favores recibidos se cuelgan del manto del santo de la devoción en forma de medallitas o exvotos:

En ocasiones se juntan las creencias por un lado y por otro y el resultado es muy folklórico. Me consoló comprobar que a estas alturas no soy la única que confundía el día de «Todos los Santos» (1 de Noviembre) con el «Día de Difuntos» (2 de noviembre) con la «Noche de los Muertos» (la que va en medio):

Pero lo mejor en este sentido ecléctico estaba en el mercadito de Coyoacán donde convivían los minions con Bob Esponja, Santiago Matamoros, la Virgencita de Guadalupe y tan felices!

El caso es que con las Misiones me pasó como con los conventos en Rumanía o los monasterios en Grecia: cuando has visto 32, te puedes ir haciendo una ligera idea del concepto. Me quedo con la imagen situada en el techo de la entrada de todas las misiones, que las Alas y Espadas siempre me han gustado unidas:

Damos por terminada nuestra misión de coleccionar misiones bastante satisfechos y lo celebramos con viandas picantes de la tierra así:

hago notar que los platitos (desechables) están envueltos en bolsas de plástico (también desechables, pero mucho más baratas que los platitos desechables). Luego seguimos camino por la Sierra hacia el sur. Cuando hacemos una parada lo primero que se agradece es que se pare el motor. Acepto que la patente de la cadencia que dan los cilindros a 72º grados resulte nostálgica, pero me sobra el chorro de decibelios después de recorrer apenas 10kms.

Después de parar el motor lo que se escucha son los gritos, los chillidos, los aullidos – más que melódico cantar – de los guacamayos, periquitos y otros voladores estridentes.

Las faldas de estas montañas se pliegan sobre sí mismas, haciendo que muchas de las curvas devuelvan a la misma vertiente en que se empezó a girar.

Era un buen lugar para hacer posados si hubiéramos tenido dos máquinas.

Pero también se va muy bien de conductora suplente! (Porque la verdad es que para el paquete, lo de la amortiguación SoftTail deja que desear)

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Tanto más si el conductor te hace cruzar la Puerta del Cielo que mira por dónde, está en Pinal de Amoles 🙂