Situado en un enclave idílico, aunque muy frío por su altitud y con carreteras pirenaicas: concurridas por ciclistas y vacas, sin línea en el centro, con claroscuros y umbrías y deliciosamente bordeadas por árboles.
Por lo visto los romanos ya conocían las propiedades curativas de estas aguas, pero fué Alfonso XIII quien, para dar gusto a Victoria Eugenia de Battenberg, edificó el Casino, el Gran Hotel, las Termas de Tiberio, la Capilla del Carmen y los templetes de las Fuentes.
(Yo llegué tarde para ver las edificaciones originales, que fueron polémicamente transformadas por el Grupo Nozar en el año 2000).