Aparte del aliciente del local en si, con la entrada flanqueada por alabastro con vistas a la ermita cercana y un peirón, la fuente con carpas, la abundancia de plantas y rústica decoración, Juan – el anfitrión – no tuvo inconveniente en dejarme probar el rabito de cordero.

Fideuá con setas, cardo, cordero a la pastora, conejo en escabeche y la «pipitoria»: la carne «a la sombra» del cordero (corazón, hígado, riñones) guisado el tiempo necesario con su ajo y especias. Especial y muy sabroso!

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