La misma carretera A-1206 que lleva a Loarre desde Ayerbe pasa después por Bolea, a menos de 10 kms. hacia el suroeste.
Su Colegiata de Santa María la Mayor, una de mis últimas – y muy favorables – sorpresas, está situada sobre una loma con vistas a la sierra y a la Hoya de Huesca,
[alpine-phototile-for-picasa-and-google-plus src=»user_album» uid=»100843006892446464661″ ualb=»6092708560209528449″ imgl=»fancybox» style=»cascade» col=»3″ size=»320″ num=»4″ max=»100″]
en una de las laderas, un osario desvela su presencia con el tiempo y los fémures, clavículas, tibias y costillas afloran en la pendiente
pero lo más impactante para mi fueron dos cosas:
Por un lado que no recuerdo haber visto recientemente tal profusión de animalillos en un recinto religioso, desde el tierno corderito hasta la paloma sujeta de forma independiente a la pared, pasando por el cerdito, el perrillo lametón al lado del santo que no perdió la cabeza – porque la sujetaba él mismo – o una especie de jabalí mal peinado:
[alpine-phototile-for-picasa-and-google-plus src=»user_album» uid=»100843006892446464661″ ualb=»6092716787220592481″ imgl=»fancybox» style=»cascade» col=»4″ size=»320″ num=»8″ max=»100″]
lo otro es que creo recordar al Niño Jesús siempre recatadamente arropado, ocultando sus partes púdicas, mientras que aquí se exhibía tan hippie:
No expongo el resto de los detalles y del conjunto de la colegiata que me llamaron la atención, pero merece mucho, mucho la pena el techo, el órgano, el retablo mayor («Obra Maestra de la pintura del Renacimiento» – The Times) o los angelillos llorando en el retablo del Cristo Crucificado. Bueno, todo lo que hay allí: naske puede ilustrarlo mejor.
Después nos fuimos, muy impresionados por todo lo que habíamos visto 😛