Desde Manteigas parte una carreterilla de poco más que un carril, de asfalto negro negrísimo, que se alza entre los eucaliptos que filtran la luz del sol haciendo innecesaria la visera.
Al culminar el puerto, desde lo alto, se divisa una carretera que en el mapa aparece recta y responde a la línea que traza el glaciar del río Zézere.