El día que pasamos noche en Figueira da Foz hicimos sede pronto porque estaba planeado explorar las pistas de los alrededores, en concreto la que rodea el cabo Mondego, a la que habíamos llegado desde la playa de Quiaios.
Cuando bajó la marea, descubrimos el verdadero lecho que ocultaba el agua el resto del tiempo, no menos bello.