Para celebrarlo vamos al Etna, al volcán. Yo pensaba que sería un sitio árido y sin vida, y lo primero sí es cierto cuando se alcanza mucha altitud, porque el resto es un bosque muy frondoso, pero incluso allí, hay lagartijas, setas, mariposas, retoños de diversas plantas y lava, claro.
Mucha lava. Con respecto a esto, las nuevas tecnologías consiguen sorprenderme: en la tablet se puede ir leyendo en qué fecha se produjo la erupción que produjo la lava que pisamos en cada momento! Marca además dónde se encuentran los pequeños volcancitos, y también se pueden ver las curvas de nivel que se van atravesando.
Como si voláramos en la carlinga de un avión, al estilo Exupery, voy chivando la altitud conforme vamos sumando «tornantes» de 180º, que aquí van numeradas.
En definitiva y resumiendo, el Etna viene a ser como el Moncayo pero un poco más tocho y como requemado.