Al final acabamos en Siculiana Marina recorriendo una de las carretera más peligrosas del mundo, pero antes nos pasaron muchas cosas.

A bordo del Dimonios, amanecemos de nuevo en el mar, una de esas ocasiones en que no hay ningún obstáculo por encima de la línea del horionte y el sol es media esfera. La intención es acercarnos a Corleone y luego ya-se-verá. Y la verdad es que el plan completo del día no incluye mucho más que hacer después lo que nos apetezca.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Pero salir de Palermo, como de cualquier otra ciudad, es otra historia. Y recuperar la dirección hacia Corleone también. Como en Italia ocurre con Roma, en Sicilia todos los caminos llevan a Palermo. Y finalmente acabamos rodeando el Monte Gallo, al norte de la ciudad, cuando en realidad deberíamos estar encarados hacia el sur.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Avanzamos por la costa, que con la muralla altísima del monte de fondo resulta abrumadora. Hay muchas plantas de jazmín, de buganvilla y de plumbago pero está todo tan sucio que no se pude abrir el plano de la cámara sin incluir una montaña de basura.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Trepamos al Stelvio siciliano y la tablet muere a medio camino. Previsora, había apuntado las claves: Montelpre y Piana de Albanesi antes de llegar a Corleone.

Afortunadamente, una mala elección nos llevó al Stelvio siciliano, que se recorre haciendo eses. O serpentinas, herraduras, las llaman de muchas maneras. Ya sabes.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

De Palermo a Corleone en moto con sidecarVacas.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Restos de la guerra, inmejorables escenarios para la segunda entrega de Universo Clónico:

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Los perros guardianes FUERA de los vallados, contrastando con las capillitas en prácticamente cada curva. Esta zona es realmente como una montaña rusa.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Los carteles indicativos borrados, un laberinto en pendiente, y después de mil vueltas, estamos otra vez volviendo a Palermo!.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Uno que no lo consiguió? Un altar?

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

Como el de casa, el de Zuera, salvando mucho las distancias, sobrepasamos el circuito automovilístico de Torretta.

Nuestra velocidad media en este terreno es nada menos que de 25 kilómetros por hora subiendo y bajando 1300 metros, pero finalmente confirmamos que vamos en la dirección correcta cuando llegamos a Piana degli Albanesi y efectivamente, hay un lago. También el corte en la cordillera que permite el paso al otro lado.

Antes de llegar a Corleone se enciende el piloto motocondriaco del piloto que lleva la Ural: –  noto una pre vibración en la entrada del cardan. – me dice.

Por supuesto hacemos parada en el pueblo del padrino.

Una birra cada uno basta para confraternizar con la dueña del bar, sus dos hijos allí presentes, los que viven en Salou a los que llama por teléfono y otros tres o cuatro aisanos más, también famillia, y acabar comiendo en el restaurante de sus primos. Y bebiendo, claro. Un vino totalmente opaco servido en una de las típicas jarrita de medio litro y de un litro. Una cocina de lo más apetitosa, amenizada con la de «que llueva café en el campo» y la de la «bilirrubina». Supongo que por lo de que hablamos español. Un carabinieri y un repartidor comparten comedor con nosotros: ¿dónde mejor?.

El garito, que merece mucho la pena, por fuera. Quizá de no haberlo sabido no hubiéramos parado aquí nunca.

De Palermo a Corleone en moto con sidecar

En el paisaje con colinas como olas del mar que vamos atravesando abundan los caballos, las vacas y los naranjos y las chumberas. PERO nuestro camino hacia la costa se ve interrumpido por un puente derruído.

La señalización, a dos metros del corte de carretera. Ni un cartel escrito a mano en la bifurcación previa,ni una indicación ni nada. Media vuelta! En este tramo vemos un sapo grande como un brick de vino. Y ahora que lo pienso, no recuerdo haber visto señales de prohibido adelantar ni una línea discontínua. Un poco al estilo morubi.

Entre unas cosas y otras la conversación se desvía hacia los perrros y me entero aquí de que los doberman fueron creados por un recaudador de impuestos, que les puso su apellido, claro. En otro orden de cosas, la señal con el icono de los carabinieri, que me gusta:

Una vez en la costa, giramos al oeste con la intención de visitar Sciacca, pero un congreso de médicos tiene copadas todas las plazas hoteleras. Haciendo caso de las amables recomendaciones del mismo director del hotel donde recabamos información, nos dirigimos en dirección contraria (hacia el este, pero por nuestro carril, eh?) por una de las carretera más peligrosas del mundo hasta alcanzar Siculiana Marina. Para haber dormido tampoco no estamos tan cansados como podíamos. Aunque debo reconocer que creo que, al menos durante unos instantes, Julián se ha dormido a los mandos. No sé quién, pero es evidente que alguien vela (y mucho!) por nosotros.