Recién remodelado con mucho gusto en una de las esquinas que da a la bahía del puerto. Las habitaciones que hacen esquina tienen ventanas al mar y al empinado pueblo.
La terraza volada sobre la orilla permite desayunos y cenas (supongo que durante el día se rueda) con impresionantes amaneceres o atardeceres en el horizonte.
La carta del chef, estupenda y como no podía ser de otro modo, repleta de frutos del mar, que dirían los ingleses. Una prueba? El pulpo preparado con salsa negra: