Después de habernos desviado de la AS-258 recorremos a conciencia – más que nada porque nos perdimos – la Sierra Suave. Como su nombre indica, las montañas que la forman son suaves, muy antíguas, redondeadas, deliciosas. Parecen ondas del mar en contraste con los picos escarpados de los Pirineos.
Los caminos, tan estrechos que no cabría una 1200 con maletas, suben y bajan por pendientes sinuosas – con curvas de 1ª – flanqueados por praderas donde pacen muchísimas vacas, que lógicamente han dejado «su huella» al cruzar o pasearse por el asfalto. Los caballos que viven por aquí son, logícamente, asturcones 😛
Cielo muy gris y suelo muy verde. Hórreos y fondos de saco «a saco». Ninguna indicación que podamos tomar como referencia en el mapa.
En el Alto de la Llama encontramos de nuevo una carretera y emprendemos camino hacia Lastres. En la foto, típica cara: cómo hemos llegado aquí?