Después de nuestras peripecias por la Sierra de Sueve, llegamos desde el sur a Lastres, encantador pueblo pesquero, antes de que la lluvia nos alcanzara. Dejamos el petate en el hotel, que es el primer edificio de la costa, y nos acercamos al puerto a comer. Al este, el bosque de la punta Marraxín llega hasta el mar.
Más tarde, una escalada tranquila por sus calles nos muestra recoletos rincones dispuestos en terrazas que en ocasiones se aprovechan incluso para mantener una pequeña huerta.