Fray Junípero Serra decidió en su día que lo mejor para los chichimecas, pames y el resto de las comunidades indígenas que habitaban la Sierra Gorda, era que acogieran la religión cristiana, y para eso fundó varias misiones. Con algunas mulas y otros tantos colegas atravesó la Sierra que nosotros ahora recorreríamos en Harley. Una Heritage, para más señas. Ni BMW, ni KTM ni ninguna otra marca pudimos alquilar allí.
El concesionario está en Juriquilla, a menos de 20 kms. al norte de Santiago de Querétaro. Agradecimos infinito que hicieran un cartel conmemorativo de nuestra aventura!
(Va, digo la obvia verdad: coincidimos con uno de sus encuentros, y no, no lo hicieron exprofeso para nosotros).
El plan es cruzar el semidesierto hasta Tolimán, alcanzar Peñamiller y desde allí abarcar lo más que podamos en los tres días de que disponemos. Mientras esperamos a que hagan los papeles un par de tipos con «un ruido raro» en una de sus máquinas amenizan con anécdotas, como la «moto al revés» que lleva mucha gente porque los tornillos homologados de la matrícula no caben bien, y cosillas por el estilo.
Uno de ellos, de Chiapas, nos pone al tanto de las últimas noticias de aquella zona y ambos nos ofrecen valiosos consejos para rodar incluso en las condiciones más adversas – balaseras no incluídas. «Cualquier grupo que os vea, os ofrecerá rodar con ellos». Típico de HD, como el logo hasta en el agua:
Sobre las 12:00 nos ponemos en marcha hacia esas curvas peligrosas y abismos de miedo de los que todo el mundo habla cuando se refiere a la Sierra Madre. En las alforjas llevamos mudas para un par de días, un mapa no muy detallado y los pasaportes. Todo muy a mano.
En algún momento debimos pasar un cruce de más, porque en lugar de atravesar el semidesierto, llegamos directamente a Colón y de ahí a la 100 sin saber muy bien cómo. Una reeeeecta fué el primer encuentro de Julián con su nueva montura: – Han rozado los bajos! – grita mientras disminuye la velocidad después de un ligero bachecillo – Pero cómo puede ser? Si esto es una carretera! – Bienvenido a Harley, amor!
Paradita en local de carretera, que aún no hemos tomado nada sólido desde el desayuno. En la pared, un cartel avisa sobre las medidas a tomar en caso de recibir una llamada con amenazas o extorsiones telefónicas (!)
Curiosamente, esa misma tarde leemos en la prensa digital que Melchor Miralles y su equipo, que volaron en el mismo avión que nosotros, han vuelto a casa después de recibir una de esta llamadas intimidatorias mientras pretendían investigar La Bestia en Chiapas. Hummm. Qué diferentes se ven las cosas «in situ» y qué poco se puede uno fiar de la información que recibe, caray!
Infinidad de pistas parten de la vía principal (la 120) y se alejan haciendo eses de tierra entre las montañas. Nosotros, desde que salimos del concesionario, sentimos mucha libertad, pero no tanta como para recorrerlas de forma segura. Habríamos dado incluso una Harley por tener una máquina con menos libertad, pero capaz de hacer más cosas!!.
Según nos acercamos al norte y ganamos altura, el paisaje cambia el bosque bajo y pardo por árboles verdes, frondosos y altos. Aumenta la humedad de forma palpable.
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Prueba conseguida en Jalpán, que es donde nuestro ojos ven por vez primera una de estas misiones:
Básicamente, una fachada de tierra roja y naranja, colorida como todas las cosas en México, compuesta por una torre y una portada abigarrada de detalles y una nave, sencilla también por dentro, rodeadas por un muro no muy alto. La primera vez que veo el símbolo de la cruz con dos brazos clavados, pero DE PERSONAS DIFERENTES!
El pueblo es más grande de lo que yo esperaba, con un par de calles principales y un montón de aledañas con sorpresillas, como la tienda de sombreros:
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que de noche, también son muy bonitas:
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Y a dormir, que mañana será otro día.