A pesar de estar lloviendo, no tiene sentido quedarse más tiempo aquí en Zablak, donde lo único que puede pasar es que el clima empeore. Julián se pone los gayumbos por fuera, tipo supermán y todos esos, canta cancionellas del reverendo Love Joy y consigue llevar a la histeria al pasaje (yo). Intentaremos llegar hasta los cañones del Tara.

Hoy lo único que permanecerá seco es la honra.

La humedad de la intensa niebla acentúa la sensación de frío.

Ponemos a mal tiempo buena cara. Me sigue pareciendo curioso que a pesar de estar a más de 1.500 metros, el relieve es bastante llano, las colinas suaves.

Las vacas no se creen que andemos por aquí. O eso, o es que siempre tienen esa cara. Y por mucho pelo que tengan, cómo es que no pasan frío?

Nieve! Psicológicamente hace que la sensación térmica baje mucho! Pero es que además, en los datos grabados del track, pone que estábamos a casi 2.000 metros!!

Y en apenas unos kilómetros horizontales, bajamos al nivel del agua, que no del mar, para encontrarnos con el Tara.

Los túneles han sido una constante en este viaje, desde los de Catanzaro hasta los del Garda.

Si no fuera por estos momentos, por estos paisajes! Y estos contrastes! Acabábamos de estar en una zona muy alta pero con poco relieve y ahora este cañón. Es el Tara 🙂

Paramos a tomar un café en una pequeña casita en Pluzine. fuera está lloviendo tirando a diluvio, dentro, el ambiente calentito, las mejores piezas de jazz en el aire, la gente conspirando políticamente, hay comida y bebida a precios de Montenegro y con el menú traducido al inglés, se ve el sidecar fuera adornando el paisaje y un cartel en la pared que ofrece alojamiento: NO SALIMOS DE AQUÍ  hasta que escampe.

Donde el obispo y el gato: buen rato. Muy bueno el logo apache del garito donde nos quedamos. Las canoas en verano seguro que no dan abasto, pero ahora apenas sirven de refugio para mininos.

Así pues, comenzamos aquí la serie «Hablando de lo bueno», como el vino que degustamos, a 14€ la botella.  El queso casero (sir) del postre es excelente, casi mantequilla, pero me abstengo de llevar a España una muestra que estará durante 15 días en el maletero del sidecar. Los ahumados también están muy buenos, aunque en más de una tienda vemos el cartel de Campofrío. Oh! El cheesecake , elaborado con el queso casero que ya habíamos probado es el que toma Dios de postre, y me ocurre, por primera vez en mi vida, que en la foto promocional la porción es más pequeña que la que nos traen a la mesa!! El café es turco por defecto.

También probamos el hidromiel, que yo solamente conocía de las novelas de Conan, y me gusta! La lluvia pone melancólico a Julián, y si bien es suya la máxima de que «los niños y los perros a la puerta del chozo», mira con ojitos nuestra máquina de guerra aparcada bajo la lluvia pensando lo sola que se sentirá.

Las casas almacenan madera en abundancia en previsión del invierno. Después de una siesta nos damos un paseíllo por el pueblo, conocemos – no todos desde dentro – los cuatro bares de Pluzine e intentamos arreglar las botas de 18€ con la KolaLoka que compramos en Mexico. Hoy ha sido un día tranquilo, apenas 50kms. de ruta, pero no han faltado paisajes, emociones, sensaciones, túneles, vacas, ni jazz 😛