Que 2018 ha sido un año húmedo en el desierto, a estas alturas no se niega. Igual que algunas ranas, que permanecen enquistadas a la espera de unas gotas de agua, con mayor motivo las plantas disponen de asombrosos mecanismos para perpetuar la vida.

A lo largo de la verde llanura que lleva de Alnif hacia el oeste, vengo viendo en las cunetas estas plantas con grandes hojas que me llaman la atención, por cuanto que no se parecen a ninguna de las que yo asocio con el desierto: crasas y con pinchos. Pero mi asombro crece cuando me fijo en que tienen un fruto ¡más gordo que un puño!. No cabiendo en mi curiosidad, pido a Julián que dentenga el vehículo botánicamente y lo que vemos es esto: