Después de la humedad y el intenso frío del Durmitor, decidimos cambiar las camperas porque han cumplido de sobra. Compramos en el puerto de Bari unas botas que parecían estupendas por 18€. Apostamos que durarían al menos un día por euro.

24 horas después, antes de abandonar el barco en Bar, las botas mueren. Su segunda oportunidad con la kola loka mexicana que les aplicamos y la cinta americana solo consiguieron alargar la agonía dos días. Nuestro homenaje desde la ladera al sur de Mostar, donde fueron sustituídas.