Después de pasar la frontera, ya estamos en casa, es curioso cómo, cuanto más lejos te vas, más cerca encuentras la frontera de casa. Si vuelves del Este te encuentras en casa en cuanto pisas Europa, si vuelves del Moro, Ceuta ya cuenta como casa. Y lo primero que ocurre es que celebramos con sendas birras.
Agustina de Aragón murió aquí.
Brava mujer donde las haya, supongo que sin su colaboración y las de muchos otros como ella, hoy nos sorprenderíamos con un:
¡Oh, la lá!
Aprovecho el clima de sororidad que existe ahora en nuestra sociedad para traer a colación otra aragonesa célebre: Catalina de Aragón. Y enlazando con ella por nombre y por compartir un marido (Enrique VIII): Catalina Parr, que también tiene una historia interesante.
Una vuelta nocturna por la preciosa, apacible y amable Ceuta, cenando chipirones, almejas y otras suculencias que solamente en España sabemos apreciar. Y es que la vuelta a casa y a nuestras cosas, después de haberlas añorado durante una temporada en el extranjero , siempre es tan agradable.