No recuerdo exactamente cómo acabamos en Agrigento, pero a menos de un kilómetro de la entrada de la ciudad se encuentran algunos de los templos griegos que dan nombre a esta zona. Callejeamos por inclinadas cuestas estrechas. Las paredes de ambas aceras casi se tocan. Lo mismito ocurría en Chauen, pero de otro color, y salvando las distancias.

Llevo desde los pueblos a espaldas de Palermo notando que tender la ropa a la vista puede resultar poco estético, pero lo cierto es que hace que los callejones huelan muy bien. Prácticamente todas las casas son arquitectura fantástica! Y cuánto cuesta vivir en una pieza de historia antigua? Adjunto documento gráfico. Además, las poblaciones suelen disponer de numerosas capillitas incrustadas en los muros, y numerosos perros callejeros.

Comemos en un primer piso decorado como nome importaría hacerlo a mi, donde se acostumbra a presentar los platos a los comensales con para completar la experiencia de sabores, buena música a nivel perfecto, comedor privado, solo para nosotros, al aire libre. Degustación de aceite de la tierra, de marca «don Antonio», pan con harina antigua y pan de pizza, espagueti con gambas de esas que tienen unas ideas deliciosas, y el cerebro les sabe muy bien. De nuevo llenando el buche por encima de mis posibilidades, con el segundo plato aprendo que caponata no es pollo, es una especie de menestra, con atún agridulce, aceitunas, apio finísimo, alcaparras, tomate… exquisito! y también llevaba zanahoria.

Como es propio de conventos, hay un dulce típico. El de esta zona son unos bollitos, amaretti. Y no tan propio, una de esas estructuras sociales que me llaman la atención: El «Dipartamento per le Libertá Civile e Limmigrazione».

(Sin tener nada que ver, como recordatorio de hoy, para cuando llegue a un wifi gratuito, dos consultas en internet: el tema de la basura en Sicilia y enterarme de qué es lo que votan en el siguiente referéndum.)

A la vuelta de comer volvemos al sidecar, y se escucha un zumbido antes de arrancar, pero después de haber girado la llave. Después de probarla técnica de los informáticos (apagar y encender) varias veces, y pensar un ratillo: es un relé. Lo catalogo como «incidencia mecánica», que no es avería. Es que la mecánica es también cuestión de oido.